DIARIO DE UN ESCLAVO
9 de Abril de 1518
Separado de mi mujer, de mis hijos, de todos mis seres queridos, rumbo
a un “nuevo mundo” o eso dicen los seres pálidos. Encerrado, atrapado, con mis
compatriotas, ya no cabe ni el aire y siguen amontonando a más hombres.
Hay algo que nunca comprenderé, por qué nos tratan como seres
inferiores, como si fuéramos unos animales a los que nos consideran como cosas
si, en el exterior somos iguales. No utilizamos el mismo lenguaje, pero ambos
tenemos boca; no vestimos igual, pero tenemos el mismo cuerpo.
El trabajo es más duro que nunca, no tenemos descanso, no tenemos
comida ni bebida, cada día veo a gente morir y me pregunto cuándo llegará mi
hora.
Hoy he conocido a un chico joven, que me recuerda mi hijo mayor,
valiente y soñador. Siento la necesidad de protegerle, como si fuera su padre,
y la verdad es que el siente la misma necesidad de tener un padre aquí.
Por: Mónica Antelo
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